El amor ha sido un tema recurrente en prácticamente todos los géneros y subgéneros literarios desde antaño, y Miguel de Cervantes no se queda atrás.
En su obra Don Quijote de la Mancha, el amor se trata de manera satírica criticando y burlándose del amor cortés mostrado en la novela de caballería. Sin embargo, se muestra de maneras diferentes dependiendo en que personaje nos basemos.
En el personaje de Alfonso Quijano, más conocido como el Quijote, se muestra el amor loco en su máxima expresión. El Quijote comienza su aventura, entre otras razones, por su amor hacia Dulcinea del Toboso dama a quien ni siquiera él conoce. Le dedica cada una de sus victorias y hazañas en “campo de batalla”, como en las novelas de caballería que han causado su demencia aguda. Dulcinea resulta ser una vulgar labradora, y no una dama de la nobleza como estipula al principio el Quijote. El tema del amor en este personaje se utiliza de principio a fin de la novela a modo de parodia.
El personaje de Sancho Panza, es una antítesis de el Quijote. Este personaje es un más simple, un labrador vecino suyo que le sigue seducido por sus promesas de poder y una vida diferente. El amor entre Sancho y su mujer Teresa es un amor mucho más vulgar y sencillo que se aleja del amor cortés del Quijote.
Maritornes también merece ser mencionada en el tema del amor ya que representa la imagen de bufón dentro de un erotismo jocundo, esta moza asturiana padece un malentendido con nuestro hidalgo de la Mancha. Es tratada como una Venus del desengaño, que muestra una vez más la solidaridad de los más humildes y el amor desinteresado y verdadero.
La relación de Cardenio y Luscinda por ejemplo, se muestra como una relación joven y fogosa que se ve truncada por los asuntos militares de Fernando. Es un equilibrio perfecto entre el deseo y la pasión.
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